Para lograr los propósitos generales del curso –y los específicos de cada bloque– se
requiere conocer a fondo el enfoque, los temas, la bibliografía del programa y las sugerencias
de actividades, ya que de esto depende que el curso cumpla con las metas que el
plan de estudios le demanda. El conocimiento del programa por parte de los maestros
y las alumnas, además, es la base para seleccionar estrategias de enseñanza y de estudio,
utilizar eficazmente los recursos disponibles en la escuela, así como para establecer
acuerdos y compromisos que permitan generar en el aula un ambiente propicio para el
aprendizaje, donde la formulación de dudas, la exigencia mutua y respetuosa –entre
profesores y alumnas– constituya un rasgo de las relaciones académicas cotidianas.
Este curso puede aportar experiencias importantes a las estudiantes normalistas en
relación con estrategias y actividades para la enseñanza y el estudio de la historia que,
sin duda, influirán en su desempeño profesional futuro. En este sentido, uno de los
propósitos del plan de estudios es que las futuras docentes adquieran y desarrollen
nuevas concepciones acerca del conocimiento histórico y de sus formas de enseñanza.
¿Cuál es la mejor forma de lograrlo? En primer lugar, promoviendo y practicando, en
las aulas de la Escuela Normal, un nuevo enfoque de enseñanza –basado en el estudio
riguroso, el análisis y la reflexión sistemática– en el que se destaquen los procesos de
continuidad, cambio o ruptura entre hechos o tendencias de distintos periodos, es decir,
en los rasgos que definen los procesos históricos.
Para lograr mejores resultados es necesario diversificar las formas de enseñanza en
el aula, de este modo se estimula el interés y la participación de las estudiantes; por
lo tanto, conviene que las actividades sugeridas se realicen a lo largo del curso y no sólo
ocasionalmente.
A continuación se proponen algunas orientaciones para favorecer el logro de los
propósitos del curso. Además, en cada bloque temático se incluyen sugerencias de actividades
para que las alumnas aprendan los contenidos del programa y, al mismo tiempo,
desarrollen habilidades y actitudes favorables para comprender la historia de la educación
y, en particular, la historia de la profesión magisterial. Estas propuestas no constituyen
una secuencia didáctica completa y tampoco rígida: los maestros y las estudiantes
pueden seleccionar o agregar las actividades que consideren convenientes.
1. Partir del reconocimiento de las habilidades y los saberes previos de las alumnas. Durante
su trayectoria por la educación básica y media, las alumnas normalistas han estudiado
la historia general de México y del mundo y, por lo tanto, se han formado algunas ideas
acerca de los periodos que son objeto de este curso y, también, acerca del conocimiento
histórico. Muchas de ellas serán capaces de ubicar algunos hechos históricos en determi-
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nada época; otras, además, identificarán sus motivos o circunstancias; y algunas, identificarán
causas o factores influyentes, e incluso explicarán ciertos procesos en forma
global. Es igualmente probable que algunas alumnas, además de notorias deficiencias en
conocimientos específicos, se hayan formado –en el transcurso de su formación previa–
ideas y actitudes negativas respecto al conocimiento de la historia; en este caso, tal vez
consideren que el estudio del pasado carece de sentido y que consiste en memorizar fechas,
nombres de personajes y lugares para aprobar el examen correspondiente. El reconocimiento
de lo que se sabe y lo que se desconoce es –tanto para el profesor como para
las alumnas– el punto de partida para seleccionar o diseñar las actividades de enseñanza
y de estudio: a) el profesor podrá adecuar las estrategias, requerimientos de lectura y
actividades a la diversidad de situaciones o “niveles” de las estudiantes; b) las alumnas,
por su parte, después de haber identificado sus deficiencias pueden establecer actividades
adicionales para un mejor desempeño. Por ejemplo, si las estudiantes presentan
problemas en el dominio de contenidos básicos (ubicación temporal y características
de hechos fundamentales de un periodo) es evidente que estos aspectos deberán tratarse
con mayor detenimiento en las clases y que, además, deberá pedirse a las alumnas
que estudien por cuenta propia aspectos históricos que son la base del curso. Esto constituye
un reto, ya que siempre habrá alumnas más avanzadas; por el contrario, si las estudiantes
tienen bases suficientes existe la posibilidad de profundizar en los temas propuestos
en el programa o abarcar otros aspectos no previstos.
El tratamiento de casi todos los temas del programa puede iniciarse indagando los
conocimientos previos de los estudiantes, obtenidos durante su trayectoria escolar y
social o en sus experiencias recientes: ello permitirá aprovechar lo que han aprendido
en otros cursos del mismo semestre y las experiencias adquiridas en Escuela y Contexto
Social e Iniciación al Trabajo Escolar.
2. Lectura y análisis de textos. La lectura es la principal actividad para abordar los contenidos
propuestos en el programa, por lo que para aprovecharla se sugiere que se realice
con propósitos definidos; para ello conviene que el maestro prepare guías de lectura
que orienten a las alumnas para distinguir conceptos fundamentales, conocer las tesis
de algún autor, identificar ideas principales de un texto, expresar sus opiniones respecto
al texto de que se trate, etcétera. En algunos casos será necesario que el maestro explique,
brevemente, el contexto (social, político e intelectual) en que se produjo el texto correspondiente
y señale las circunstancias o tesis –entonces en debate– que son necesarias
para su interpretación.
3. Planteamiento y solución de problemas. Para promover la reflexión de las alumnas
y analizar los hechos estudiados será útil preguntarse: ¿qué sucedió?, ¿por qué?, ¿cuándo?,
¿qué cambio?, ¿qué permaneció igual?, ¿quiénes participaron?, ¿en qué consistió
determinado periodo o acontecimiento?, ¿cuánto duró?, etcétera. De esta manera, las
estudiantes desarrollarán su capacidad para explicar los hechos educativos del presente
a partir del conocimiento de su origen y proceso de transformación.
4. Ejercicios de imaginación histórica. Este tipo de actividades demanda a las alumnas
ubicarse en el lugar de los protagonistas o testigos presenciales de los acontecimientos
históricos y, desde esa posición, relatar experiencias, exponer ideas, tomar decisiones,
etcétera. Algunos ejemplos son los siguientes:
a) Escribir una carta a algún personaje del pasado (maestros, educadores destacados
o funcionarios públicos) para comentarle los cambios ocurridos en la educación,
la importancia o trascendencia de sus iniciativas, los retos aún pendientes,
etcétera.
b) Elaborar un periódico con noticias breves, artículos de opinión o caricaturas
para comentar los hechos estudiados, ubicándose en la época y en las condiciones
históricas correspondientes.
5. Redacción de ensayos. La redacción de ensayos es un reto para las alumnas porque
implica recordar, clasificar, relacionar y sintetizar información para producir una explicación
coherente sobre los hechos y procesos estudiados. De este modo, el curso contribuirá,
además, al perfeccionamiento de habilidades básicas (lectura y comunicación escrita),
lo cual es un propósito del conjunto del plan de estudios.
Evidentemente las actividades no se agotan con estas sugerencias, es indispensable
que los maestros diversifiquen las formas de enseñanza para ampliar las posibilidades de
aprendizaje de sus alumnas y comunicarles, mediante la práctica, nuevas formas de enseñar
historia.
para que nosotros pudiéramos entender el sistema educativo actual, tuvimos que conocer los propositos de esta materia, tambien los enfoques que toma en cuenta y la forma de evaluar los conocimientos adquiridos.
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